martes, julio 05, 2005
Una mujer con ángel
Ayer me lei Modotti, una mujer del siglo XX, volumen II de Ángel de la Calle. No hago nunca reseñas de amigos en el Dolmen. La imparcialidad podría ser puesta en duda con razón. Pero como este blog es mío y escribo sobre lo que me da la gana pues voy a comentar esta obra porque creo que se lo merece, qué demonios.
Ángel de la Calle ha contado en dos gruesos volúmenes la vida de Tina Modotti, una mujer guapísima, fotógrafa de prestigio, gran viajera, revolucionaria, que conoció a grandes nombres de la política y la cultura de la primera mitad del siglo XX. Ángel ha realizado una considerable labor de investigación y se nota en sus comentarios, en sus hipótesis, en sus conclusiones. Se le nota hipnotizado, fascinado por su protagonista, una mujer difícil de captar, de entender en ocasiones, posiblemente por los secretos que encierra su vida. También se le nota atrapado entre el romanticismo de los revolucionarios de esos tiempos y el desencanto de lo que sucedió a continuación. De la Calle usa a Tina Modotti también para contar parte de su vida: su amistad con Taibo, la organización de la Semana Negra... Son sus conversaciones con Taibo lo que casi me interesa más ya que permiten al autor plantear misterios que aún existen sobre las acciones de Tina Modotti.
Ángel usa un grafismo engañosamente sencillo (algunos dicen que influenciado por el Maus de Spiegelman; algo hay, es verdad, pero creo que es más interés en poder hacer las innumerables páginas de cada volumen, rellenas de viñetas, que en seguir a un autor ya que ángel es un autor de múltiples estilos como cualquiera de conozca sus cómics puntillistas puede atestiguar) con una narrativa y un diseño brillantes. Me encanta la página de París con el avión que desciende. De todas formas, la página que más me gusta (le pediría que me la vendiera si no supiera que me iba a decir que no; a Ángel le encanta tocarme las narices, o intentarlo, al menos) es la historia del folleto pidiendo calles con nombres de mujeres porque es una historia maravillosa y completa en una página.
Ángel es una de las personas más cultas que conozco y con el que siempre es un placer hablar pero sobre todo escuchar. Su entrega a actividades culturales como la Semana Negra o las Jornadas del Cómic de Avilés han conseguido que muchos de los que las hemos visitado hayamos disfrutado como energúmenos. Pero como autor también tiene muchas cosas que contar y el que haya sacado tiempo para contarnos la historia de Tina Modotti es una suerte para aquellos que la hemos leído.
El mejor alcalde, el superhéroe
Os decía ayer que este fin de semana había leído un cómic francamente interesante. Se trataba del primer recopilatorio de Ex Machina, la nueva serie de Brian K.Vaughan y Tony Harris. A Vaughan le tengo en muy alta estima por sus Runaways, una de las mejores colecciones de Marvel de los últimos años, e Y, the Last Man. Es un señor lleno de ideas, respetuoso con estilos anteriores, interesado en añadir, no en contradecir o romper. De gente que cree haber inventado la rueda ya este el mundo lleno. A Harris bastaría que lo recordásemos por sus números de Starman para ganarse ya un puesto en los autores más interesantes de su generación.
Pues lo dicho. Empiezo a leer el tomo con los cinco primeros números de Ex Machina, la historia de un superhéroe, el único de ese mundo, que un día decidió abandonar su carrera contra el crimen para presentarse a alcalde de Nueva York. La estructura del cómic es amena y alterna los primeros pasos como alcalde con momentos de su pasado como su infancia, el origen de su habilidad de hablar con las máquinas o algunas acciones contra criminales. El protagonista tiene algunos oscuros secretos que supongo que nos irá desvelando poco a poco el amigo Vaughan. Los conflictos de Mitchell Hundred (de ahí el título del tomo: The first Hundred Days, Los primeros días de Hundred o Los primeros cien días, en referencia a la tradicional tregua que se da al principio de un mandato) con los miembros de su equipo, enemigos políticos y amigos de confianza para arreglar los distintos problemas que van surgiendo (un asesino que mata a los conductores de las máquinas quitanieves, el polémico cuadro en una exposición...) se leen, no, se devoran con muchísimas ganas. La verdad es que cuando empecé a leerlo sólo tenía la intención de leer un par de números porque era tarde. Acabé el tomo y aún así me quedé con ganas de más. Espero que no tarden mucho en editar el siguiente...
Muy recomendable.