Uno de esos textos que califico de Haciendo amigos. Espero que se entienda el tema de forma general y no se personalice. Pero necesito comentarlo públicamente porque me gustaría ver vuestras opiniones.
En cierta ocasión estuve hablando con un autor. Tengo buena relación personal con él, creo. Pero hace tiempo comenté en el blog (en el Dolmen no critico cómics de amigos, aquí es una cosa más de andar por casa) bastante duramente un cómic en el que él había trabajado, no su trabajo, pero sí lo que había hecho su colaborador. Me reconoció que lo que decía era todo verdad pero no veía con buenos ojos que se le dieran palos a cómics de autores españoles.
Una frase me impresíonó:
-Esto, Álvaro Pons no lo hubiera hecho.
En primer lugar, en este blog pasan cuatro amiguetes y algunos aficionados a quienes les interesan mis opiniones. O sea, ocho, más o menos. Bueno, algunos más pero nada del otro mundo. Las ventas de un cómic no creo que se vean tremendamente resentidas por algo que pueda decir aquí, no así en el Dolmen que tiene miles de lectores. En Dolmen se intenta que las reseñas sean de cómics buenos, porque se trata de incentivar la lectura, señalar los cómics que valen la pena y pueden pasar desapercibidos. No siempre es posible pero ésa es la filosofía. Aquí, es una cosa muy personal, de actualizaciones caóticas y temáticas dispersas de repercusión mínima.
En segundo lugar, comenté el tema con otro autor y un "crítico". El primero opinaba que no decir que algo es malo, cuando lo es, no ayuda a mejorar al autor, que es mucho peor que todo el mundo le diga que es fantástico y por detrás le pongan a caldo. El segundo me vino a decir que la frase de marras era todo un elogio.
Un pequeño inciso: es indiscutible que Álvaro Pons es el crítico de referencia actualmente. Su situación me recuerda a Louella Parsons y tal, comentaristas del Hollywood clásico y cuyos textos en periódicos podían hundir y lanzar carreras en el mundo del cine. Pons se ha convertido en algo así y los editores, sobre todo los pequeños, esperan sus comentarios sobre sus cómics con ansia, respiran aliviados si son positivos, etc. Demasiada presión para mi gusto. Y si lo he mencionado, es porque irme con eufemismos hubiera sido ridículo en este caso. Fin del inciso.
La cercanía personal del crítico con el autor tiene cosas buenas pero también cosas malas. Puede que el crítico sea más misericordioso ante errores, o que mire a otro lado. Puede que el autor, o el editor, se mosquee ante un comentario negativo.
En cierta ocasión escribí un texto para el Dolmen sobre los nominados a los premios del Saló de Barcelona. Son textos muy personales y muy parciales pero que permiten una visión de los nominados y de sus obras. Había una con la que tenía un problema. Lo comenté. Era un párrafo pequeño, unas pocas frases.
Al cabo de pocos días de salir publicada me llamó el editor bastante picado. Me supo mal porque él, personalmente, me cae bien. Me supo peor que pensara que mi comentario venía porque no estaba nominada cierta obra de Dolmen.
Un crítico, lamentablemente, no puede poner velas a Dios y al diablo. Y has de dar tu visión auténtica aunque se mosqueen contigo. O aunque te dejen de enviar copias de prensa ( lo de las copias de prensa me daría para un texto como éste o más largo aún porque tengo para contar historias curiosísimas; a mí hace años que nadie me envía nada, desde que dejé el programa de radio, así que por aquí no van a pillarme, amigos).
Y, para acabar, no creo que tratar de una forma los cómics de autores extranjeros y otra a los de los españoles sirva a nadie. No al autor, porque no recibe una opinión verdadera, ni al lector, que puede llegar a dudar del baremo del crítico si encuentra disparidades entre supuestas bondades de obras de procedencias diferentes, ni al crítico porque se metería en una situación esquizofrénica. Yo tengo una opinión, no varias que escojo en función de dónde está hecha la obra.
¿Opiniones?