jueves, febrero 02, 2012

Cansado

Hace unos días leí un texto de Pedro Angosto en su blog. Se le notaba cansado, desencantado con los cómics de superhéroes (con la mayoría, al menos), su gran pasión.
Hoy leo que Álvaro Pons echa el cierre a su cárcel de papel, anunciando su retiro de prensa, de participación en la gran mayoría de salones y jornadas.
Les entiendo ya que yo ya pasé por algo parecido.
Hace unos años, tras el desastre financiero de Dolmen Publicaciones, tras aguantar broncas de autores que no cobraban su participación allí o en el Comic Nostrum 2003, me encontré en una situación en que me era francamente complicado leer tebeos. Tenía dos niños pequeños, la gran mayoría de cómics estaban en las oficinas de Dolmen, desordenados y sin tiempo para poder arreglarlo. Acabé con en un estado de saturación tal que ya no podía leer cómics. Se me caían de las manos. Los cómics no eran divertidos. Eran un motivo de agobio.
Varios meses estuve así. Revisaba el Dolmen pero eso era todo. Vi mucho cine, eso sí. Leí no sé cuántos libros. Escuchaba discos. No estaba retirado del mundo cultural, claro, pero el cómic se me hacía muy cuesta arriba.
Empecé a escribir de cómics porque me apetecía en fanzines. De allí pasé a editoriales como Zinco y Planeta. Luego pasé a Dolmen porque la libertad de poder escribir sobre lo que quisiera era muy apetecible. Pero eso suponía llevar un montón de colecciones al día. Y leer por obligación desgasta. Mucho. Estoy convencido que esto tuvo también que ver con el bajón que me pegó. Antes si me cansaba de los tebeos de Novaro, leía los de Vértice. Si éstos me dejaban de interesar, me leía el Spirou Ardilla. De allí saltaría a las revistas de Nueva Frontera… Puede que como leía cómics de todos los tipos, no me quedó una salida.
Poco a poco, lo fui superando. Empecé a encontrar cosas que me llamaban la atención y quería leer, no almacenar o coleccionar (aunque siguiera comprando mucho por puro coleccionismo), aunque dejé de leer la gran mayoría de novedades de cómic americano…
Creo que una de las mejores cosas que he hecho ha sido dejar la revista Dolmen. Tal vez debería haberlo hecho incluso antes.
Porque aunque he ido siguiendo por encima los acontecimientos superheroicos de los últimos años, como decía más arriba, he leído pocas cosas. Hasta ahora que me ha dado por leer tomos y tomos disfrutándolos como un enano. Me he reencontrado con un género que me enganchó a los cómics, he redescubierto el placer de leer sin obligaciones de tener que escribir noticias, reseñas, de tener que estar informado sí o sí. Ahora voy a la estantería y me pongo a leer lo primero que me viene, empiezo a ver que colecciones que iba siguiendo por inercia estaban mejor de lo que creía. ¡Hasta veo con cariño a las malas! Muchos autores que consideraba del montón, descubro con alegría que son mucho mejores de lo que creía. Hasta me ha dado por recuperar títulos que no me interesaron en su momento.
Puede que mi relación con el cómic sea un poco bipolar, sinceramente. He pasado de un momento depresivo a uno eufórico. La verdad, mejor así. Que dure.
Sé que Pedro volverá a pasárselo como un enano (y eso que es alto el tío) con los superhéroes cuando se los tomé menos en serio y sé que Álvaro volverá a disfrutar de los tebeos, o disfrutará más, cuando se quite la presión de haberse convertido en la referencia crítica del mundo del cómic.
Mientras tanto, nada me divierte tanto como un cómic.
Nada.