El siguiente texto se realizó para un libro coral dedicado a los cómics juveniles de próxima aparición pero al final no aparecerá allí. Como uno de los textos más visitados en este blog es el que publiqué en el Dolmen 100 sobre Joyas Literarias Juveniles, he pensado que estaría bien subirlo, porque me molesta estar días trabajando en algo para nada y porque es una ampliación y una mejora del texto original.
Que lo disfrutéis.
HISTORIAS E HISTORIAS SELECCIÓN
En 1955 la editorial Bruguera
empezó a publicar una colección que se haría muy popular y que tendría una
larga vida editorial: Historias. El
concepto de esta cabecera no era especialmente novedoso: adaptar al cómic clásicos de la literatura
pertenecientes en su gran mayoría al género de aventuras. Lo sorprendente y
memorable fue la extraña mezcla de prosa e historieta, a razón de tres páginas
de texto, una versión simplificada del original prácticamente siempre[1],
por una de cómic. Esta extraña amalgama de medios, digámoslo ya, daba
resultados artísticos bastante discutibles ya que, por una parte, algunas de
las historietas eran casi incomprensibles, porque parte de la información
necesaria iba en la parte de texto; y por otra, porque la extensión que tenían, alrededor de las 250
viñetas que se anunciaban en portada[2],
era realmente escasa para poder contar en viñetas según qué novelones.
El gran motivo del éxito de esta
colección se basaba muy posiblemente en el concepto regalo. En 1955 no había ediciones de cómic que uno pudiera llevar
a un cumpleaños o que le pudieran traer los Reyes. Sí, habían aparecido
ediciones en cartoné de algunos clásicos americanos o de Cuto pero eran
publicaciones muy puntuales y muy anteriores en el tiempo. Tintin no empezó a
ser publicado en español hasta unos pocos años después. El franquismo seguía
pero lo peor de la postguerra ya había pasado y la gente podía permitirse
algunos caprichos, ya que no lujos. Historias
tenía el aspecto de un libro con
tapa dura, lo que agradaba a los padres estética y conceptualmente, pero añadía
elementos de los tebeos, lo que llamaba poderosamente la atención de los más
jóvenes. Era un nada disimulado intento de venderles a los adultos algo con lo
que incitar al acercamiento a la literatura a los niños.
El resultado fue que la
colección funcionó económicamente durante muchos años, llegando a generar en
1963 una colección paralela, Héroes,
destinada a narrar, mediante la misma combinación de texto en prosa y cómic, aventuras
de personajes de la casa como el Capitán Trueno o, principalmente, televisivos
como los de las series Rin-Tin-Tin,
Lassie o Bonanza[3]
. La idea se extendería en 1973 a Risa Loca,
con historias de Mortadelo y Filemón a cargo de autores que no eran Francisco
Ibáñez, y en 1974 a Cine-Landia,
adaptando material de las películas de Walt Disney.
Si uno analiza el material de
partida de Historias puede dividirlo
en varias categorías muy claras:
-Adaptaciones
de textos pertenecientes al género de aventuras: aquí entrarían las
adaptaciones de autores como Julio Verne, Robert L. Stevenson o Walter Scott y
títulos como 20.000 leguas de viaje
submarino, La isla del tesoro o El
talismán.
-Adaptaciones de
recopilaciones de cuentos (Perrault, Grimm, etc…).
-Novelas
de corte dramático: principalmente de Charles Dickens[4]
(David Copperfield, por ejemplo) aunque
hubiera algunas excepciones como La
cabaña del tío Tom.
-Novelas
juveniles destinadas a un público principalmente femenino: donde encontraríamos
desde Mujercitas o la más discutible Alicia en el país de las maravillas y
donde la parte gráfica tenía un estilo intencionadamente cercano a los tebeos
“de niñas” de la época.
-Biografías:
inicialmente de corte religioso (Juana de
Arco, Jesucristo, El Milagro de Fátima) aunque poco a poco fueron siendo
menos específicas, entrando personajes como Napoleón, Julio César o Marco Polo.
Muy posiblemente las primeras en las comuniones eran un regalo a tener en
cuenta.
-Libros
divulgativos: Los temas eran diversos, desde lo
histórico (Historia de la India,
Historia de Norteamérica, Historia de los deportes) a lo científico (Las maravillas del mundo submarino),
pasando por lo étnico (Historia de los
pieles rojas).
-Aventuras
de personajes populares: Robin Hood, Buffalo Bill, Dick Turpin o Simbad el
marino tuvieron algún que otro número monográfico antes de la aparición de Héroes. Anecdóticamente, el héroe de la casa El sargento Furia tuvo un número en Historias pese a que ya existía Héroes.
-Sissi:
dieciséis números realizados aprovechando el tirón de las películas austriacas.
-Adaptaciones y derivados de
películas españolas: Canción de juventud,
la película de Rocío Durcal o los siete números con Joselito son buenos
ejemplos de ello.
-Bellas
historias de La Biblia: en sus últimos tiempos, se adaptaron varias partes
conocidas de La Biblia (El arca de Noé, Sansón, el paso del Mar Rojo y Salomón
y la Reina de Saba) y que habían tenido no hacía mucho versiones
cinematográficas vía Hollywood. Anteriormente, sin la etiqueta y aprovechando
normalmente otros estrenos cinematográficos bíblicos se habían publicado obras
como Los diez mandamientos. Otro
grupo que uno ve como regalo para comuniones o similares.
-Novelas
originales: en alguna ocasión se escribió material original como fue el caso de
Un viaje interplanetario de M.M.Astrain, firma de Miguel María Astraín,
o Aventuras de la televisión de Marcel d’Isard, pseudónimo de José María
Carbonell.
Este último apartado merece una
matización importante ya que muchos de los libros de Historias con textos nuevos estaban
escritos con rimbombantes pseudónimos italianos, francófonos o anglófonos como Enrico
Farinacci[5],
Joseph Lacier[6] o
Stewart H.Gleason[7],
por no mencionar que los textos en prosa de los restantes libros fueron
resúmenes y reescrituras de los textos originales, por lo que realmente casi siempre
fueron textos “originales”. Los nombres de los escritores, traductores,
adaptadores o como fuera que los denominaran según el número solían referirse a
la parte en prosa. Los guiones de la parte de historieta se supone que eran
obra del mismo, pero esto es bastante especulativo por la industrialización de
Bruguera de esos años, donde muchos autores, escritores y dibujantes por
separado normalmente, trabajaban en las oficinas de la editorial. Y
evidentemente, el uso de los pseudónimos dificulta aún más saber con exactitud
quiénes fueron los responsables de las adaptaciones al cómic.
Analizando por encima los números
publicados sorprende ver que menos de la mitad de los títulos pertenece al
primer apartado, las adaptaciones de Verne y compañía, cuando la impresión
general entre la afición es que eran la inmensa mayoría. Y es que entre
biografías, historias bíblicas, los títulos protagonizados por Sissi y demás
personajes populares y textos divulgativos suman más de la mitad de la
colección.
También llama la atención la
atención puesta en los estrenos cinematográficos, más allá de Sissi, Joselitos
y Canción de juventud. Si la película Los vikingos se estrenó en España el 23 de diciembre de 1958 según
la web IMDB, en 1960 aparecía un número titulado de la misma forma aunque no
tuviera nada que ver argumentalmente; si Simbad
y la princesa se estrenaba el 25 de febrero de 1959, ese mismo año aparecía
un número titulado Simbad el marino.
Esta extraña mezcla de
biografías, relatos de aventuras, ensayos, adaptaciones cinematográficas, obras
destinadas a las lectoras, etc… supuso que en 1966 el cajón de sastre que era Historias fuera sustituida por Historias Selección. Aparte de algunas diferencias estéticas en
las portadas (se cambiaron las típicas portadas con fondo verde por unas con
fondo blanco, como principal diferencia aunque no única[8]),
había cambios organizativos ya que estaba dividida en varias subcolecciones con
numeraciones propias (Julio Verne,
Clásicos juveniles, Grandes aventuras, Historia y biografía, Leyendas y
cuentos, Mujercitas, Sissi y Pueblos y países). Aparte, entre 1970 y
1971 aparecerían otras como Ciencia
Ficción, Pollyanna, Karl May y Emilio
Salgari (sorprendentemente, en Historias
no hubo ni un solo título que adaptase alguna obra del popular escritor italiano).
Posteriormente, entre 1975 y 1976, vendrían subcolecciones como Hardy Boys, Heidi[9],
Nancy o Héroes (que reeditaba material
del Capitán Trueno de la colección de los 60 nacida a imagen y semejanza de Historias, más un par de números de un
muy maltratado Príncipe Valiente). Bastantes números de Historias no se reeditaron nunca en Historias Selección como A
través del desierto o La isla de la
aventura. Durante los 80 Bruguera siguió reeditando estos materiales de
diversas formas, llegando a recortar el número de páginas, y en 2008 Ediciones B, sucesores de los materiales de Bruguera,
todavía publicaron doce números.
Mención especial se merece Historias Infantil. En 1968 Bruguera
hizo una reedición de algunos números de Historias
con textos simplificados, un tamaño menor, y donde la página de historieta se
convertía en una única viñeta con los textos alterados. Es decir, un horror y
un despropósito.
Como curiosidad, cabe comentar
que al menos La isla del tesoro,
Hombrecitos, Oliverio Twist y Miguel
Strogoff tuvieron dos versiones gráficas. Las primeras versiones se vieron
en Historias y las primeras ediciones
de Historias Selección; las segundas,
dibujadas por Manuel Cuyás y publicadas alrededor de 1969, fueron para
posteriores ediciones de Historias
Selección.
Las páginas de cómic de Historias e Historias Selección dieron obras muy irregulares. Adaptar según qué
obras en tan poco espacio era especialmente complicado en según qué casos y,
sobre todo, en manos de según qué autores. Algunos dibujantes llegaban a meter
cinco o seis viñetas por páginas pero la mayoría optaba por menos (entre dos y
cuatro). Es muy evidente que las condiciones eran complicadas para salir
airoso. Adaptar una obra literaria bastante extensa en tan poco espacio era un
encargo casi imposible, Pero algunos autores hicieron trabajos muy dignos.
Ambrós, Ángel Pardo (especialmente es la serie de Salgari), Jesús Redondo o
Manuel Gago se encargaron de algunos números destacables.
Como se se ha dicho
anteriormente, es extremadamente complicado poder asegurar quién escribió el
guión de algunos de estos números, pero sí se puede asegurar que algunos
trabajaron con bastante asiduidad y oficio como José María Carbonell, José
Ripollés o José Antonio Vidal Sales, un nombre que estaría muy ligado al título
del que ahora hablaremos.
JOYAS LITERARIAS JUVENILES
1966, aparte de la llegada de Historias Selección, vio el nacimiento
de la serialización de adaptaciones de novelas de aventuras en la revista
semanal Pulgarcito en entregas de dos
páginas. Era una pequeña ampliación de las páginas de historieta realista que
aparecían en ese semanario eminentemente humorístico. Las aventuras del Sheriff
King eran el único ejemplo de este estilo en esos momentos.
El guionista Cassarel,
pseudónimo de José Antonio Vidal Sales, y el dibujante Cerón se fueron
encargando de versionar Las aventuras de
Tom Sawyer, Un capitán de quince años, Moby Dick o Dos años de vacaciones. La extensión era variable pero
relativamente escasa, entre seis y diez entregas[10].
Con el tiempo se llegaría a un formato definitivo de treinta páginas que se
repartía en quince entregas de dos páginas o en siete de cuatro y una última de
dos, según la revista y la época en que se publicaba[11].
Esta extensión también afectó a la duración y forma de publicación de las
aventuras del Sheriff King o de El Corsario de Hierro, para que pudiesen editarse
de forma análoga en la colección hermana Grandes
Aventuras Juveniles.
Son estas adaptaciones las
conocidas como Joyas Literarias Juveniles,
ya que era en esta cabecera donde se fueron recopilando, sin demasiado orden ni
concierto, a partir de 1970. Su lema en las contraportadas era Las obras maestras de la literatura juvenil,
contadas en el sugestivo lenguaje de la historieta. Es la llamada Serie Verde entre los coleccionistas, por
el color del recuadro donde iba el título de la publicación, para distinguirla
de las posteriores Serie Roja y Serie Azul, y que reeditaban
respectivamente El Corsario de Hierro y material “femenino” como Esther y su mundo u otras series
procedentes de las revistas de Bruguera destinadas al público femenino. El caos
es bastante evidente cuando se comparan las procedencias de los diversos
números de Joyas Literarias Juveniles.
Los saltos en el tiempo y en las revistas son constantes y desconcertantes. Tal
es así, que no sorprende ver que una de las obras serializadas, El cazador de ciervos[12],
se traspapelara y no llegara nunca a aparecer en JLJ[13].
Los semanarios de Bruguera
publicaron en algún momento los cómics que luego aparecerían en Joyas Literarias Juveniles. A Pulgarcito le siguieron DDT (entre 1967 y 1974), Din Dan (1968-1973), Tio Vivo (1968-1977), Lily (1973-1975), Zipi y Zape (1974-1976) y Mortadelo
(1977-1978). En Pulgarcito se
publicaron hasta 1980. En algún caso hubo interrupciones siendo sustituidas las
adaptaciones de novelas por otros materiales (álbumes de procedencia
francobelga, reediciones de material antiguo de Bruguera, obras italianas…[14]).
A modo de curiosidad hay que comentar que en Mortadelo el motivo fue que se dejó de publicar El Corsario de Hierro para editar
material más o menos libre del Corsario Negro de Salgari aprovechando el tirón
de la película protagonizada por Kabir Bedi, entonces en pleno auge gracias a
la televisiva Sandokan. El resto del
material se repartió aparentemente sin ninguna clase de reglas, aunque haya
alguna caso que comentar. Para empezar, en Lily
se tuvo en cuenta el mayoritario público femenino y se optó por obras como Heidi, Mujercitas, Corazón de oro o Grandes esperanzas, por sus
protagonistas femeninas o argumentos amorosos, y a las que se dotaba de un
grafismo muy definido a cargo de autoras como Pura Campos (quien ya publicaba
en Lily su popular Esther y su mundo) o Trini Tinturé, es
decir, se buscaba un aspecto de “cómic para niñas”. El otro caso fue en Zipi y Zape donde se tendía a publicar
las adaptaciones dibujadas por Luis Casamitjana por su aspecto más infantil,
por lo que entonaba mejor con el resto del semanario de Bruguera que estaba claramente orientado a los más pequeños.
La casi desaparición de las revistas
semanales provocó que unos sesenta números de Joyas Literarias Juveniles no se serializaran con anterioridad a la
publicación en esa colección[15].
Algunos aparecieron como relato principal dentro de títulos como Mortadelo Especial o Zipi y
Zape Especial.
Muchos de los números de Joyas Literarias Juveniles tuvieron
numerosas reediciones. Y no sólo eso, ya
que esos materiales se aprovecharían en extras de los distintos semanarios[16]
y en otras cabeceras como, entre otros, Famosas
Novelas (reedición cronológica en tomos en cartoné, inicialmente con trece números en
cada uno)[17], Super Joyas (reedición en rústica de
tres números agrupados por el autor adaptado; el primero de todos fue Edmundo
D’Amicis, por aquello del éxito de la serie televisiva de animación Marco) o Historias Color, tomos en formato álbum y en cartoné que
actualizaban el concepto de Historias, mezcla
de prosa e historieta, sustituyendo
el cómic en blanco y negro por la adaptación en color de las Joyas Literarias Juveniles. Tras el
cierre de la colección original, Bruguera empezó un nuevo volumen de la
colección que tuvo una corta vida y que, aparte de reeditar algunos números, permitió que dos nuevas adaptaciones vieran
la luz en lo que parece que quería ser un intento de darle algo de aire fresco
a Joyas Literarias Juveniles. Se
buscó en éstos un aspecto más moderno de los interiores y hasta Antonio Bernal
cedió su puesto de portadista, un cargo casi exclusivo que había mantenido desde los inicios de la
colección[18], a
autores como Esteban Maroto o Bosch Penalva. Desde entonces, no se ha publicado
nada nuevo y todo han sido reediciones, desde suplementos de periódicos que han
empleado estas obras, hasta los tomos recopilatorios Clásicos Ilustrados de Ediciones
B.
Excepto el
formato y las preciosas portadas pintadas de Antonio Bernal, quien asumiría con
el tiempo las labores de portadista de las otras colecciones destinadas a
recoger en tomos el material de JLJ
(Historias Color, Super Joyas…), poco podía haber de común entre un número
y otro. Los autores bailaban constantemente y tanto se podía encontrar a
algunos que iban trabajando con asiduidad (el guionista Cassarel o los
dibujantes Porto, Carrillo y Escandell,
por ejemplo) como otros que sólo se acercaron de forma aislada o incluso
puntual (Jesús Blasco, Luis Bermejo, Adolfo Álvarez Buylla). Algunos trabajaron
una temporada para luego desaparecer de la colección. Los autores adaptados
mayoritariamente fueron Julio Verne y Emilio Salgari, seguidos de Charles
Dickens, Mark Twain, Walter Scott o Karl May. En los últimos tiempos de la
colección, se intentaron añadir nuevos autores como Víctor Hugo o Arthur Conan
Doyle. Pero no nos olvidemos de que hubo también algunos números que eran
historias originales pero que se presentaban como adaptaciones de novelas de
Vincent Mulberry[19] como es
el caso de Claudio y la tabla redonda o
que se nos decían que eran de un autor anónimo y que no eran más que una excusa
para contar un relato de aventuras protagonizado por Simbad.
LOS TRES MOSQUETEROS DE ADOLFO ÁLVAREZ BUYLLA |
También es
necesario recordar que algún número de los inicios de carácter biográfico se
vendía como la adaptación de un libro cuando el presunto autor literario era
uno de los pseudónimos usados en Historias
como es el caso de los números de David Crockett, Julio César o Lawrence de
Arabia. De modo anecdótico
no está de más recordar la adaptación de Un
viaje interplanetario, otro de los números de Historias con material realizado ex profeso.
Uno de los motivos del éxito de
la colección fue que eran números independientes y completos, con algunas
excepciones como Los papeles póstumos del
Club Pickwick y Aventuras de Sherlock
Holmes que ocuparon dos números[20].
También hubo algún caso como El hijo del
león de Damasco y La galera del Bajá que era una única historia aunque no se
apreciase hasta la hora de leerlo. Esto favorecía el que los lectores fueran
picoteando entre los diversos títulos según sus gustos temáticos, estéticos,
del autor adaptado, etc... Todo ello, evidentemente, hacía que algunos
números se vendiesen mucho mejor que otros, sobre todo si había algún tipo de
tirón mediático por estrenos cinematográficos o, más habitualmente, televisivos
en unos tiempos de televisión única y pública. Esto hizo, por ejemplo, que Sandokan, el número 52 de la colección,
tuviera su cuarta edición en 1976 cuando otros anteriores, como el 49 (Hacia el Zambesi), no la tuvo hasta
1979. [21]
Dado el poco espacio disponible
las adaptaciones solían ser muy densas de textos e iban a lo más esencial,
intentando mantener al máximo las escenas más memorables y con más acción de
los libros. Los personajes, tanto protagonistas como secundarios, son
retratados de forma rápida y generalmente eficaz, lo que funciona en relatos de
aventuras sin problemas, donde no había ni se buscaba una gran profundidad
dramática, aunque a veces cojea algo en relatos de corte más dramático como los
de Dickens.
Entre los autores destacan sobre
todo los guionistas. José Antonio Vidal Sales, Cassarel, fue el escritor
primordial de la primera etapa de la colección, la más memorable y el que marcó
el estilo ya que fue el que inició las adaptaciones literarias de los
semanarios de Bruguera. Vidal Sales funcionaba bien en todo tipo de relatos,
tanto los aventureros como los dramas, tenía tendencia a textos densos y
relatos algo cargados de viñetas. Muchos de los números más emblemáticos llevan
su firma. Víctor Mora y Armonía Rodríguez colaboraban puntualmente de forma
correcta, aunque sería Andreu Martín, especialmente cuando adaptó a Salgari o a
Sienkiewicz, quien se revelaría como su mejor sustituto. Juan Manuel González
Cremona, Arturo Pascual Fernández y Fernando Castillo Visca se encargaron
mayoritariamente de la parte final de la colección, con resultados muy
dispares, siendo capaces que presentar episodios de lo más confuso y otros
estupendos.
En el apartado gráfico, se
tendía a un estilo clásico con cuatro filas de viñetas[22]
y donde el dibujo estaba bien enmarcado. Las viñetas eran de tipo cuadriculado,
aunque Cerón tenía cierta tendencia a usar viñetas de contornos redondeados. Adolfo
Álvarez Buylla jugó en su único número con meter elementos de una viñeta en
otra, lo que le daba al conjunto mayor profundidad y un aspecto más moderno,
algo que también harían otros autores como Fuentesman, sobre todo es sus
últimas colaboraciones. Pese a que su estilo más infantil e humorístico pudiera
hacer pensar que no eran demasiado idóneos, autores como Cerón o Casamitjana
trabajaron con bastante frecuencia. Dibujantes más o menos habituales como Fuentesman, Ángel Pardo,
Torregrosa, Escandell, Julio Vivas, Edmond, Tinturé o Campos posiblemente sean
los que se encargaron de los episodios más memorables gráficamente.
FUENTES MAN |
UN PEQUEÑO JUEGO COMPARATIVO
Usando como ejercicio de
comparación la versión de Historias e
Historias Selección y de Joyas Literarias Juveniles de la novela de Julio Verne Dos años de vacaciones se puede observar
que como cómic es muy superior el publicado en JLJ ya que respira mejor, los personajes están mejor presentados y
la trama no se explica a trompicones. Por otro lado, la de Historias es una versión más fiel tanto en elementos más
anecdóticos (la mujer Kate es de aspecto severo y de mediana edad, no la
jovencita guapa de JLJ, uno de los
chicos protagonistas recibe un cuchillazo de uno de piratas, hay varios muertos
entre los villanos de la historia…) como sobre todo en que hay una especial
atención en temas como el perdón y el arrepentimiento, todo muy cristiano y
algo presente en el libro, y que es ignorado en la versión de Joyas Literarias Juveniles, que incluso
añade notas de humor de cosecha propia. Así, Santiago, uno de los niños
protagonistas y responsable de que se soltasen las amarras del barco en el que
estaban, sufre por su comportamiento en numerosos momentos al no atreverse a
revelar su secreto y por ello corre riesgos para intentar expiar sus
culpas. Detalles ya arcaicos en el momento de la publicación de estos cómics
como el retrato racista del único personaje negro, el niño Mokó, que no puede
votar para elegir quién ha de ser el líder de los chicos son obviados en ambas
adaptaciones. La versión de veinte páginas de Pulgarcito que apareció antes del formato estándar de las JLJ es bastante similar a la posterior, tanto
en el tono más ligero como en algunos de los cambios realizados a la historia, aunque
el aspecto gráfico es más fiel a lo narrado en la novela.
Si el final de la novela es un
párrafo de corte aleccionador destinado claramente a los más jóvenes, donde
explica que las dificultades hacen que los niños se hagan mayores y los mayores
se hagan hombres, en todas las versiones, el marino, en
solitario o junto al personaje de Kate, es decir, los dos personajes positivos
adultos más importantes hablan directamente al lector para decir prácticamente
lo mismo en una clara búsqueda de moraleja.
¿CÓMICS JUVENILES O INFANTILES?
Es complicado poder asegurar que
los títulos que publicó Bruguera adaptando obras literarias no fueran leídos
mayoritariamente por niños, por mucho que hubiera un Juveniles en el título de Joyas
Literarias Juveniles. Muy probablemente, por experiencia propia y de
compañeros generacionales, la media estuviera cerca de los diez y doce años,
niños que aún no habían saltado a las revistas para adultos que abundaban en esos años en cuanto se acercaban a la
adolescencia.
Uno de los elementos que aparece
en muchas de estas obras, especialmente en Historias
e Historias Selección, es un esfuerzo muy consciente en el didactismo
y en enseñar una cierta moralidad con especial énfasis en los valores morales,
entendiendo éstos como cristianos, católicos, apostólicos y romanos. Esto
apunta a un posicionamiento educacional muy claro dirigido a los más pequeños.
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Pero sí hubo otros elementos que
se alejaban del producto medio infantil de esos momentos. Para empezar,
sorprende la elección de un autor como Charles Dickens, que no es en absoluto
juvenil ni por supuesto infantil, sino claramente adulto. Sus soberbios dramas
eran un material de partida poco adecuado en principio para los niños, por
mucho que se adecuase la versión en historieta.
En general, los cómics de
Bruguera fueron bastante fieles a los textos originales, a veces incluso
manteniendo elementos que han sido cambiados en algunas versiones
cinematográficas o televisivas. Por ejemplo, en las versiones de Historias y JLJ de Los tres mosqueteros el
personaje de Constance, no sólo muere, sino que se la presenta como la mujer de
Bonacieux, cuando en numerosos films es la sobrina, la pupila o cualquier otra
cosa para evitar asomos de adulterio. No fue así con las adaptaciones de
Bruguera. Del mismo modo, algunos títulos que tenían finales amargos, como Grandes esperanzas, o algunos de los
números biográficos, que acababan con la muerte del protagonista, no se
dulcificaron de ninguna manera.
Algunos elementos macabros se
presentaron también con todo su esplendor. Al final de Ella, el personaje que da título a la obra de H.Ridder Haggard, envejece
de forma dramática y terrible. La viñeta de Miguel Quesada que ilustraba ese
momento, aunque vista ahora pueda no parecer ser nada especialmente horrendo,
fue una de las más terroríficas para los niños de esos años. En Estudio en escarlata se tratan
igualmente temas que no son infantiles en absoluto como abusos de tipo sexual y
crímenes algo sórdidos.
Creo que habría poca discusión
de que hubo un intento nada disimulado, sobre todo con Historias, de acercar la literatura a los lectores de tebeos. Más
discutible sería si se consiguió, ya que no hay estudios estadísticos sobre
ello y entran factores especulativos y personales. Pero lo que es evidente es
que los lectores de esas obras, varias generaciones, consiguieron una cierta
familiaridad con toda una serie de autores y textos. Por pura diversión,
pregunté hace unos días a varios alumnos de ESO, sin problemas de estudios, si
sabían quiénes eran Emilio Salgari, Karl May o Charles Dickens. Sólo les sonó
el último y lo definieron como un autor de teatro.
[1] Hubo
excepciones como en las series dedicadas a Nancy y a los Hardy Boys, ya
pertenecientes a Historias Selección,
que sí fueron traducciones de las novelas americanas de estos personajes.
Otras, pese a que el adaptador apareciera bajo la clasificación de traductor no
lo fueron.
[2] En los
últimos tiempos de la colección se indicaban ya sólo 160.
[3]
Personajes como Buffalo Bill o Robin Hood, que habían tenido varios números de Historias dedicados a ellos pasaron a Héroes con el tiempo.
[4] Carlos
Dickens inicialmente, al igual que Oliver
Twist era Oliverio Twist. Jules
Verne era y sigue siendo Julio Verne.
[5] Firma de
Enrique Martínez Fariñas
[6] Firma de
José Repollés Aguilar
[7] Firma de
José María Carbonell
[8] Con los
años se pasaría a un fondo de color marrón.
[9]
Adaptación de episodios de la serie de animación japonesa
[10] La
única excepción fue la adaptación de Sin
familia que llegó a las diecisiete entregas de dos páginas. Por ello,
cuando se publicó en Joyas Literarias
Juveniles se tuvieron que eliminar algunas páginas y alterar otras para que
entrara en la extensión de treinta páginas.
[11] Zipi y Zape serializó pocas obras pero
cuando lo hizo usó un sistema particular: cinco entregas de seis páginas.
[12] Publicada en Tio Vivo entre los números 469 y 476 y
obra del guionista Miguel Cussó y del dibujante Juan Escandell.
[13] Aunque
sí se reeditase años después en un número de Zipi y Zape Especial
[15] Algunos
relatos se editarían en números de Mortadelo
Especial. Es interesante apuntar que el aunciado número 270, Aventuras de Sherlock Holmes III, no llegó a editarse aunque sí
apareció en el Mortadelo Especial 196.
[16] Tanto especiales estacionales,
como los típicos de navidad o de verano, como cabeceras mensuales como Mortadelo Especial.
[17] Con el
tiempo pasarían a tener doce y diez números, y a no ser correlativos. Incluso
en algún caso se repitieron obras mientras que otras se obviaron.
[18] José Triay fue su sustituto
puntual.
[19] Pseudónimo de Víctor Mora.
Obsérvese el mantenimiento de las iniciales y el que Berry en inglés signifique Mora.
[20]Como ya se
ha comentado, la tercera parte de Aventuras
de Sherlock Holmes sólo apareció en
Mortadelo
Especial.
[21]
No es el objetivo de este texto pero la sinergia buscada con el cine y la
televisión son constantes tanto en Historias,
Historias Selección o Joyas Literarias
Juveniles. Aparte de los ejemplos que se han ido citando creo que es
interesante mencionar que la
cuarta edición de Dick Turpin indicaba
en su portada ¡Gran éxito en T.V! para aprovechar la serie inglesa del momento;
que uno de los últimos números fue Martin
Eden, por la serie emitida dentro de Grandes
Relatos; la publicación de diversas aventuras de Simbad aprovechando el
estreno de Simbad y el ojo del tigre; o que un número de Super Joyas dedicado a Mark Twain se centrase en Tom Sawyer y Huck
Finn y con una portada que recordaba el estilo de la serie contemporánea de
dibujos animados.
[22] Sólo en
el último tramo de la colección se relajó la densidad narrativa pasando los
dibujantes a usar tres filas por página.