lunes, abril 03, 2017

Rápido resumen del Salón del Cómic de Barcelona 2017

Si seguís mi otro blog veréis que lo tengo bastante parado. El motivo es una súbita apatía que me vino hace unos meses respecto a todo lo que fuera cómic. No me preguntéis por qué porque no lo sé. Creo que las redes sociales han tenido mucho que ver. Demasiadas tonterías, demasiados trolls y demasiados palmeros. Prefería ver cine y comentarlo en Letterboxd dodne, al menos por ahora, uno puede disentir en opiniones sin que se monte la de San Quintín.
Así que no tenía muchas ganas de ir al Salón de Barcelona. Pero sí que había un aliciente, el clásico: ver a los amigos. Algunos de ellos de los de verdad, de los grandes.
También había otro: conocer a Elías García, quien a principios de los años 80 realizaba, junto a otro periodista, un programa de radio llamado Rock, Comics y otros rollos en Radio 3 y que era cita obligatoria si querías estar al tanto de las últimas noticias. Cuando Spider-Man adoptó el traje negro por las Secret Wars fue allí donde nos enteramos porque tenían corresponsales en varias ciudades, como Nueva York. Cuando el Cairo 19 no salía fue allí que supimos que la huelga de la imprenta había dejado el número “secuestrado” por una llamada de Joan Navarro, el director de la revista. Contacté con Elías vía Facebook por grupos comunes y luego de escribirnos y de hablar por teléfono un día largo y tendido al fin nos hemos podido saludar cara a cara, irnos a comer juntos y poder decirle lo importante que fue para mi educación sentimental ese programa…
La distribución del Saló este año era diferente. Me gustó tener editoriales, librerías y demás juntas. No me gustó que los fanzines o el “Artist’s Alley”, o como lo quieran llamar estuvieran aparte, Me gustó que las expos estuvieran juntas mayoritariamente. No me gustaron la mayoría de escenografías que hacían que el parking pareciera aún más desangelado.
No fui a ninguna charla.
Tampoco a las Jornadas Comiqueras.
De las expos me quedo con la de Caniff, sin lugar a dudas. Había piezas maravillosas, de esas que te dejan embobado mirándolas. La de TBO y Blanco eran estupendas. La de Eisner estaba bien pero había muchas piezas que ya estuvieron en la de Spirit de hace pocos años. La de los estudiantes de la JOSO tenía piezas de autores muy prometedores. Quizás debería decir autoras, porque cada vez que miraba el nombre de quién había hecho la obra, y sólo lo miraba si me gustaba, era una mujer casi siempre. Si miré diez nombres, ocho serían de mujeres.
¿Qué hice el resto del tiempo? Comprar tebeos antiguos y modernos, pedir dibujos y hablar con gente.
De tebeos antiguos me pilé los álbumes de Tintin con lomo de tela que me faltaban (no primeras ediciones pero sí en un buen estado para tener 50 años), tebeos de Tarzan de Novaro con las historias de Joe Kubert (y que pillé sobre todo por recuperar un cómic que tenía de chaval y por las portadas pintadas copiando las originales de Kubert en plan López Espí en Vértice), Olés de Mortadelo de B (ya sólo me falta uno), Hombres Enmascarados de Vértice, Zagor de Burulan, algún álbum de Trinca, Glénat, Norma o Lumen que buscaba, algunos cómics americanos antiguos y nuevos… Aunque la alegría fue completar mi colección de Bill y Bolita que en Palma se distribuyó de pena en su momento.
Pedí bastantes dibujos este año.  Había una serie de autores que me interesaban y por los que estaba dispuesto a pasarme un rato de pie, aunque la gran mayoría eran autores más minoritarios y las colas eran asumibles sin problemas. Gracias a todos ellos y a los editores que supieron montarlo de forma más o menos organizada. O sea, a todos menos a Norma, que vaya follón y vaya caos con tanta gente, con colas para la derecha, colas para la izquierda y colas para coger número… Recordaré algunas de las conversaciones que tuve con los autores mientras iban dibujando como Maltaite, Joan Mundet, José Revilla, Pablo Velarde o Rayco Pulido. Mis hijos mayores me pidieron que les trajera un cómic a mi elección. Pero no iba a llevarles algo que puedo comprar en Palma. Así que pensé en regalarles un cómic dedicado por el autor. Al mayor le llevé el Zombie Life 1 de Igor porque tiene un sentido del humor muy similar al mío, al segundo el primer integral de Solos porque está en la edad ideal y es un cómic adictivo como pocos. La pequeña quería merchandising de Totoro y eso es lo que tuvo. Pero me huelo que voy a tener que hacer más colas por ellos el año que viene visto el éxito.
Y hablar con gente… Con algunos un saludo breve, con otros una conversación más larga, con otros cafés o incluso horas con manteles de por medio. A otros sólo los vi en medio de firmas y no hubo forma…
Pero ahora mismo recuerdo especialmente hablar con José Muñoz de la expo de Caniff, de Sickles y de su precisión, y del sufrimiento del artista y la relación con la calidad de la obra. O con Manel Fontdevila y de sus posibles proyectos. O con Joan Navarro, una de las personas que debería escribir sus memorias ya mismo. O con Albert Mestres, un tipo estupendo con quien no había hablado nunca o casi nunca (nota a los demás stands: en Trilita tenían una neverita para tener bebidas frescas sin tener que arruinarte en el bar, lo que me pareció una gran idea). O con los amigos de Z o de Dolmen, en comidas “oficiales” pantagruélicas. O con autores y amigos para hablar de los invitados o expos del próximo Comic Nostrum. Aunque si hay alguien que me alegré de volver a ver fue a Horacio Altuna que hacía unos cinco años que no iba por el salón y que me estuvo contando en qué anda ahora, un western de 200 y pico páginas y los quebraderos de cabeza que le está dando…
Lo de los premios… Bueno, yo hace años que no voto. Demasiados nominados en mejor obra nacional y mejor obra extranjera. Seguro que las editoriales están encantadas de tener más posibilidades de tener nominados pero el hecho es que dudo mucho que alguien se haya leído todas las obras nominadas. Antes yo lo hacía, pero ahora es un dineral y una inversión de tiempo a los que no estoy dispuesto.
Ya era hora que ganara un cómic de superhéroes el de mejor obra extranjera. Me alegro un montón por Hernández Walta.
Me agrada el premio a Jaime Martín. Me gustó su alegato republicano.
Me pareció perfecto que ganara Martín Sauri el Gran Premio. Raule se ha convertido en el gran creador de tendencias por proponerlo en redes sociales como hizo hace dos años con Sánchez Abulí.
Lo del autor revelación a Javi Rey por su primera obra publicada en España cuando tiene tres álbumes más en el mercado francés es un poco extraño.
Pero lo que más comentarios provocó fue la intervención de Conxita Herrero para denunciar la falta de mujeres nominadas. Podéis verlo aquí ya que Herrero tiene un canal de Youtube.
¿Mi opinión? El mensaje era el correcto. Las formas y el modo no. Fue demasiado largo, demasiado personalista (lo de ”A toda mi familia le gustó muchísimo” es de vergüenza ajena), demasiado egocéntrico (¿por qué Ficomic tiene que saber lo que pone un post suyo en Facebook?) y acusaba de cosas a Ficomic de las que no tiene ninguna culpa. Es la gente que vota, o los que no votamos, los que tenemos la culpa de que salga lo que salga. Somos nosotros los que hemos de reflexionar, no el que monta las dos tandas de votaciones y cuenta los votos. Si crees que el sistema es mejorable o injusto, propón algo mejor. Yo no creo que la culpa sea del sistema, es de lo votantes, insisto. Ah, y la lista de autoras, que entiendo que ella citó como posibles candidatas a “Autora revelación”, la gran mayoría no serían elegibles, si no han cambiado las bases en estos últimos años, ya que no tienen monográficos. Más lógico hubiera sido protestar por la falta de nombres mucho más conocidos de autoras.
¿Qué creo que se debería haber hecho? No ir a reventar un acto con las autoridades delante a título personal. Quien debería hacer algo es la Asociación de Autoras de Cómic. Hacer un comunicado, divulgarlo con tiempo en las redes sociales, escribir a Ficomic, pensar si es posible hacer algo para que la presencia de mujeres no sea nula o casi nula en los premios, hacer campaña por obras de autoras. O incluso, por qué no, reventar un acto con las autoridades delante, pero como una organización, no de forma individual.
En fin, que escuché muchos comentarios sobre la intervención en todos los sentidos y de todos los géneros. O sea, ni a todas las mujeres les gustó ni a todos los hombres les pareció mal. Entiéndase como metáfora y como hecho real. Seguro que tenéis vuestra opinión al respecto, pero si vais a hablar de ello, igual éste no es el lugar adecuado. O yo no voy a ser demasiado tolerante si os ponéis faltones, fundamentalistas o ridículos.
Bueno, al final he vuelto con exceso de equipaje por los muchos cómics comprados, cosa que no me pasaba en años.
Y ya no me siento tan apático. Ayer hasta empecé a releer “Makoki”…