lunes, febrero 24, 2014

F de febrero, f de fraude

En 1997 el programa de Pepe Navarro Esta noche cruzamos el Mississippi tenía una noche de invitada a la actriz Ruth Gabriel, entonces conocida por el relativamente reciente estreno de la interesante película Días contados. Cuando entraba en el plató, en directo, tuvo una espectacular caída. Nervios, sangre, traslados urgentes, conexiones con la enfermería, gritos.
Al final todo fue un montaje, mentiras disfrazadas de verdad, morbo con una pobre excusa. Telebasura.
¿Os acordáis de cuando el primer Gran Hermano se nos vendía como un experimento sociológico por Mercedes Milá? Yo sí.
Ahora, Jordi Évole nos ha colado un falso documental. Brillante como tal, todo sea dicho y pese a ser un plagio de un documental que no conocía pero que intentaré ver cuando pueda, por la colaboración de tanta gente conocida corroborando un plan para montar el 23-F. Sólo eché a faltar la escena de Volver a empezar en que Antonio Ferrandis recibe una llamada del Rey felicitándolo. Al final, la idea de Operación Palace era demostrar lo fácil que es engañar al público.
Oh, gracias, no lo sabíamos, menos mal que estás aquí para iluminarnos. Por favor. ¿En serio alguien se traga eso? ¿Alguien no lo sabía? Cualquiera que compre El Jueves habrá podido ver que desde hace años hay una sección sobre noticias en medios donde el mismo hecho se cuenta de formas radicalmente distintas. Si uno está atento a las redes habrá visto portadas de periódicos cubriendo noticias como manifestaciones con fotos que según lo que le interese a los directores muestran impresionantes aglomeraciones o grandes huecos entre gente con cara de aburridos. Lo único que yo vi ayer era una desesperada búsqueda de la audiencia, un vale todo, algo así como lo de Ruth Gabriel de más arriba.
Lo que hizo Évole me pareció gratuito. Sí, la campaña previa creó una gran expectación y consiguió tener una audiencia brutal. Pero creo que su credibilidad ha quedado tocada, de momento al menos para una buena parte de la audiencia. Si ahora se presentase con algo importante, tipo Bush le prometió a Aznar que si metía a España en la guerra de Irak le caería un dinerito del petróleo, ¿le creería alguien? ¿Cuántos cambiarían de canal pensando que ya está éste otra vez? ¿Cuántos esperarían un rótulo al final explicando que es todo una farsa?
Y por otro lado me parece que en el fondo hay un tremendo conservadurismo tras todo esto, muy peligroso y deseoso de ridiculizar todas las teorías conspiranoicas. Vale, muchas veces son tonterías o mentiras interesadas. Pero tratándose del 23-F, donde hay documentos aún secretos, donde el papel del Rey ha sido muy cuestionado en algunas versiones, hacer eso parece como si dijera Creed sólo la versión oficial, todo lo demás son paparruchas.¡Que os lo creéis todo, hombre!
No suelo ver la televisión. No es que me sienta más “elevado intelectualmente”, como me decía alguien en Facebook. Me satura la publicidad, las contraprogramaciones, la desesperada búsqueda de espectadores a cualquier precio. El televisor lo uso casi exclusivamente para mirar DVDs. Ayer, cansado al cuarto de hora del aburridísimo debate posterior a Operación Palace, apagué la tele. Lo que vi ayer no ha hecho que cambiase de opinión sobre darle más utilidad al electrodoméstico.

Más interesante, aunque posiblemente igual de inútil (y estas líneas no son una excepción, claro), ha sido el revuelo en redes y medios informativos y donde el público está claramente dividido. Machado y las dos Españas: la derecha y la izquierda, la rural y la ciudadana, el Barça y el Madrid, todo eso. Ahora tenemos otra división en la que no nos vamos a poner de acuerdo.