La semana pasada murió Leo Sáiz.
Este nombre le sonará muy poco a la gran mayoría de los que
pasan por aquí pero era alguien muy conocido entre una generación de aficionados mallorquines
al cómic.
Leo fundó Totem, la primera librería especializada de cómics
de Palma, a principios de los 80. Para muchos como yo, el primer local, en la
calle Socorro, en plena Plaça de la Palla, puro casco antiguo bordeando el
barrio chino, fue el primer contacto con una forma más intensa de vivir nuestra
pasión más allá de los kioskos. Esa pequeña tienda, alargada, donde se
amontonaban álbumes y revistas, fue la forma con la que pude completar
colecciones de Cimoc, Cairo, Comix Internacional, El Víbora, donde pude comprar
desde reediciones de material de Jesús Blasco, Eugenio Giner o Iranzo, hasta
álbumes de Hugo Pratt, Richard Corben o Miguel Gallardo.
Con los años Totem pasó a un local más céntrico, dedicando
el sótano a los cómics y el piso superior a librería generalista. Allí trabajó
Vicente García una temporada y pudo obsevar lo bien que se vendía Kiss Comix, por lo
que en cuanto se hizo editor tuvo claro que iba a hacer una revista de género
erótico, lo que acabó siendo Eros. También estuvo por allí Biel Mercadal, fugaz
colaborador de los primeros Dolmen. Leo también abrió otro local, Gnomo, luego
El Globo. Era una librería cercana a la
casa de mi madre, por lo que era habitual que la visitara. Muy habitual, de
hecho. Allí pude comprar novelas de Elmore Leonard, Stephen King, Charles
Dickens junto a cómics de XIII o Blueberry... Fue en esa librería donde conocí
a Bernardo, ahora empleado de Gotham, y que fue el que organizó en cuestión de días la primera
quedada de aficionados que acabó generando en la creación de Dolmen. Aunque Leo no fuera consciente ni participara directamente, tuvo cierta responsabilidad en el nacimiento de
Dolmen...
Con los años, el cómic tenía cada vez menos peso en
las librerías de Leo, la verdad, pese a que a él le seguía interesando el tema,
ya que fue el editor de algunos de los primeros números de Nosotros somos los
muertos. Hace un tiempo cerró sus tiendas por temas de salud.
No puedo decir que tuviera mucha relación con él, pero sí
que sentí mucho su muerte al enterarme por un correo de Pere Joan. La imagen de
la tienda de la calle Socorro, con todas sus sensaciones, fue lo primero que me vino a la cabeza...
La semana que viene, un día aún por concretar, quedaremos
delante del viejo local para tomar algo en alguno de los bares cercanos, antes
de irnos a cenar y recordarlo. Qué menos.
Era uno de los nuestros.
2 comentarios:
Creo que uno a menudo tiene una relación especial con los libreros. Una cierta complicidad al menos. Así que es comprensible que la pérdida se sienta.
Hice el servicio militar en Palma, del 86 al 87 y cada semana acudia a esa libreria a comprar comics y libros. Gracias a esa libreria que nos ofrecia lo que mas nos gustaba. Los comics. La recuerdo con mucho cariño y nostalgia. Una pena su perdida.
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