Hace unos días descubrí que en el Digital hay un canal mexicano que los domingos hacia mediodía emite películas de Santo, el enmascarado de plata. La curiosidad me obligó a ver la que echaron ayer: Santo frente a la muerte.
No tengo palabras. Hoy me he informado sobre esta... cosa, que es considerada una de las cinco peores películas de Santo. Menos mal. Uno no espera una obra maestra, espera una películilla de serie Z pero con algo de gracia. Alguna otra que había visto, contra unas vampiras con una aspecto de lo más saludable interpretadas por unas mujeronas mexicanas de prominente busto, era simpática pero lo de ayer no tenía nombre. El guión era inexistente, no se entendía NADA. ¿Por qué los malos hacen eso y los buenos aquello? ¿Por qué el polícía sospecha de una chica que baja de un avión? ¿Por qué la chivata de la policía firma su mensaje como "Agente X-25"?
Hay muchos momentos absolutamente tremendos y que recordaré mientras viva (o no, mejor no). El más impactante es cuando Santo se pone a seguir a una chica a pie por el centro de una ciudad con una banda sonora basada en una versión para ascensor de Sunny. Pensad un momento. Estás siguiendo a alguien. Quieres no llamar la atención. Y vas con una máscara plateada. La cosa es, claramente, bastante absurda. Pero lo mejor es que los muy cutres van y ruedan en una calle céntrica con un montón de gente normal ¡que se acumula detrás de los actores masivamente y se dedica a mirar directamente a cámara! Desternillante.
Otros momentos para recordar. Los combates de lucha libre que se celebran cada cierto tiempo en la película y que tienen siempre ¡al mismo público sentado de la misma forma y vestidos igual! O cuando el gran villano cae al río desde una barca y Santo dice que no se salvará, que hay muchos cocodrilos. Y la barca ni para ni nada. Que le den dos duros al tío ése, que no se hubiera hecho malo. O las muchas veces que Santo habla sin mover los labios.
La calidad técnica, de la artística ya ni hablemos, es deplorable. Un blanco y negro oscurote que no te deja apreciar muchas cosas. Un sonido empastado que no te deja escuchar los diálogos de un castellano neutro de lo más desganado. Unas luchas torpes (recuerdo especialmente cuando Santo coge a dos de los malos, intenta que choquen sus cabezas, se ve claramente que no se tocan, ¡y los malos caen redondos al suelo!).
Pero tiene algún detalle ingenioso. Unas luchas paralelas: una entre dos mujeres en un camerino y otra de dos luchadoras en el ring(La ruda contra La enfermera, una enmascarada; recordemos que los luchadores mexicanos se dividen entre los rudos, los malos, y los técnicos, los buenos). O el que uno de los malos se disfrace de Santo para engañar a una chica y matarla. El que después descubramos que el asesino éste es un tirillas nos hace preguntar cómo era que tenía un aspecto parecido al de Santo con la máscara...
Oh, bueno. El domingo que viene echan Santo vs Doctor Muerte, que es considerada una de sus mejores películas. A ver si me animo...
Para acabar, pensando en Santo me he fijado en que hay cierto número de autores que esconden su identidad de alguna manera. Los Kiss, que cuando dejaron sus maquillajes y sus vestidos horteras perdieron toda la gracia. O los Residents. O Trevanian, pseudónimo de un autor de novelas de intriga (suya es la novela que sirvió de base para Licencia para matar, la película donde Clint Eastwood interpreta a un espía-alpinista-coleccionista de arte). O pseudónimos como Richard Bachman o Richard Stark, para ayudar a dar salida a novelistas de elevada producción. O los que son tan celosos de su identidad que desaparecen, no conceden entrevistas e incluso dejan de producir nuevas obras como J.D.Salinger, el caso más conocido, o mi querido y añorado Bill Watterson...
De Santo a Calvin y Hobbes. Lo mío es grave.