DC ha anunciado una movida relacionada con las Infinite Crisis actualmente en curso. La tontería, por decir algo, consiste en saltarse un año de continuidad con todo lo que ello conlleva o más (héroes metidos a políticos, héroes convertidos en villanos, romances rotos, etc...). Para saber qué ha pasado en ese año, los lectores tendrán que remitirse a una colección semanal llamada 52 escrita por mi públicamente admirado Keith Giffen.
La cosa tiene guasa porque hace años... Bueno. Contémoslo un poco bien.
Hace años, en los 80, la Legión de Superhéroes era un grupo de culto que se vendía bastante bien. Paul Levitz llevaba años guionizándola pero hasta la llegada de Keith Giffen las ventas no aumentaron de verdad. Cuando Levitz decidió dejar la colección, DC relanzó la colección de Giffen de co-guionista (junto a Tom y Mary Bierbaum) y dibujante. La primera página de esa nueva etapa era el espacio con un sencillo texto: Cinco años después...
Y eso fue lo que se encontraron los lectores: cinco años de continuidad que habían desaparecido. A la mayoría de lectores les indignó. Porque las cosas eran muy diferentes, el futuro utópico había desaparecido, los héroes de siempre eran veteranos de guerra amargados o vendidos a invasores o directamente monstruos. Muchos cambios. Pero era una lectura fascinante el ir enterándote de lo que había pasado por pequeños detalles que iban cayendo aquí y allá. Para mí, esta etapa es de lo mejor que se ha hecho nunca con ese grupo, sin lugar a dudas. Pero los lectores huyeron, no entendían nada, no era lo que querían. Y las ventas de la Legión se resintieron desde entonces.
Y ahora, ver a Giffen encargándose de un proyecto parecido a uno de sus grandes fracasos comerciales me hace preguntarme si ahora podrá mantener a los lectores en una serie de fuerte desembolso económico...
¡Comics! ¡Cine! ¡Rock! ¡Novela negra! ¡Series de televisión! ¡Lo que me salga de las narices!
lunes, noviembre 28, 2005
Fantastic Four: Foes
Robert Kirkman es un buen guionista de superhéroes. No es la panacea, ni la salvación del género ni nada por el estilo, como alguno intenta vendernos, pero se le notan ganas y tiene bastante gracia escribiendo, intentando sorprender al personal más avezado con algún que otro detalle.
Fantastic Four: Foes es uno de sus trabajos más recientes. Y no es una mala lectura, no, señor. Esta miniserie de seis números, recopilada posteriormente en un tomo, cuenta cómo Reed Richards cae en la cuenta de que por pura probabilidad en unos dos años los 4F estarán muertos ante tanto ataque de malosos. Para ello decide montar una nueva prisión para supervillanos en la Zona Negativa e ir a buscar a cada uno de sus enemigos y no esperar a que los ataquen de nuevo. Pese a que aparezcan un montón de enemigos, cada número tiene a algunos con especial relevancia. Así, el primero presenta al Amo de los Muñecos, el Pensador Loco y el Hombre Dragón; el segundo tiene a Annihilus; el tercero al Super Skrull; el cuarto, al Hombre Topo; el quinto, al Fantasma Rojo; y el sexto, no os lo digo, más que nada para no chafar posibles sorpresas...
Kirkman tiene bastante gracia relatando detalles familiares, como el que los Richards tengan que estar pidiendo a varios personajes que hagan de canguro de sus hijos mientras se dedican a sus labores heroicas y los problemas que les crea esta situación. O los tradicionales piques entre la Cosa o la Antorcha Humana. O la inmadurez de Johnny que se demuestra con una sencilla frase ante el rechazo de una chica. Además, toda la trama tiene una subtrama bastante intrigante acerca del diseñador de la nueva prisión que tiene a su mujer convertida en un monstruo insectoide ante su indiferencia.
Lástima que el dibujante, Cliff Rathburn, sea un patata de esos que se dedican a usar la misma viñeta varias veces a lo largo de la miniserie. Por poner un ejemplo, y hay demasiados, el tío tiene el morro de coger una viñeta del número anterior, quitar a la Cosa, meter un guardia de SHIELD en su lugar, ponerle barba a Reed y andando. Corta y pega con amor, qué contento está el editor. En fin. Y si aún dibujara bien pero es rígido y, sobre todo, plano ya que no sabe usar masas de negro para dar volúmenes.
Al menos desde el punto de vista gráfico podemos consolarnos con las portadas de Jim Cheung, quien cada día dibuja mejor, y que son espectaculares en su mayoría.
Fantastic Four: Foes es uno de sus trabajos más recientes. Y no es una mala lectura, no, señor. Esta miniserie de seis números, recopilada posteriormente en un tomo, cuenta cómo Reed Richards cae en la cuenta de que por pura probabilidad en unos dos años los 4F estarán muertos ante tanto ataque de malosos. Para ello decide montar una nueva prisión para supervillanos en la Zona Negativa e ir a buscar a cada uno de sus enemigos y no esperar a que los ataquen de nuevo. Pese a que aparezcan un montón de enemigos, cada número tiene a algunos con especial relevancia. Así, el primero presenta al Amo de los Muñecos, el Pensador Loco y el Hombre Dragón; el segundo tiene a Annihilus; el tercero al Super Skrull; el cuarto, al Hombre Topo; el quinto, al Fantasma Rojo; y el sexto, no os lo digo, más que nada para no chafar posibles sorpresas...
Kirkman tiene bastante gracia relatando detalles familiares, como el que los Richards tengan que estar pidiendo a varios personajes que hagan de canguro de sus hijos mientras se dedican a sus labores heroicas y los problemas que les crea esta situación. O los tradicionales piques entre la Cosa o la Antorcha Humana. O la inmadurez de Johnny que se demuestra con una sencilla frase ante el rechazo de una chica. Además, toda la trama tiene una subtrama bastante intrigante acerca del diseñador de la nueva prisión que tiene a su mujer convertida en un monstruo insectoide ante su indiferencia.
Lástima que el dibujante, Cliff Rathburn, sea un patata de esos que se dedican a usar la misma viñeta varias veces a lo largo de la miniserie. Por poner un ejemplo, y hay demasiados, el tío tiene el morro de coger una viñeta del número anterior, quitar a la Cosa, meter un guardia de SHIELD en su lugar, ponerle barba a Reed y andando. Corta y pega con amor, qué contento está el editor. En fin. Y si aún dibujara bien pero es rígido y, sobre todo, plano ya que no sabe usar masas de negro para dar volúmenes.
Al menos desde el punto de vista gráfico podemos consolarnos con las portadas de Jim Cheung, quien cada día dibuja mejor, y que son espectaculares en su mayoría.
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