No puedo decir que conociera mucho personalmente a Josep Maria Berenguer. Estos días, con su fallecimiento, muchos son los que recuerdan su enorme importancia en el desarrollo del cómic independiente-underground-o como lo queráis llamar en España. A ellos me remito.
Yo me acuerdo de cuando subió a recoger el premio a la mejor revista en el Salón de Barcelona por El Víbora y tuvo que parar su discurso por un tío que gritaba ¡Undergrooooound! como un poseso que le hizo perder el hilo de sus pensamientos.
O de cuando subió a recoger el premio a la mejor obra extranjera por el Génesis de Crumb e hizo un monólogo hilarante. Creo que Manuel Bartual lo tenía colgado en alguna parte pero no he podido encontrarlo.
O de cuando en la presentación del Museo del Cómic el año 2010 (cuando se hablaba de inaugurarlo el 2013), y tras estar yo cansado de escuchar hablar del edificio únicamente, pregunté con qué aportación económica se podía contar para llenarlo, que como ya he dicho varias veces es lo importante de un museo. Berenguer dijo sinceramente De entrada, ni un duro.
La única vez que coincidimos fue en Viñetas o Atlantico ese 2010 en una cena. Había ido por una autora francesa que él editaba: Camille Jourdy (inciso, si no habéis leído Rosalie Blum comprad ya los tres tomos y leedlos de un tirón; me lo agradeceréis). En la cena estuvo divertido, hablando del museo y tal. La sobremesa y sobre todo las copas de después han hecho historia entre uno de los organizadores y un servidor por una serie de momentos surrealistas.
Siento su fallecimiento y me pregunto qué será de La Cúpula sin él, si sus herederos querrán seguir con los tebeos, si los autores que editaba no saltarán a otras casas.
Y ya que hablaba antes del museo, esto me recuerda que hoy he leído un comunicado de Ficomic donde se comentaba que se está hablando de meter animación y videojuegos en el museo para que no quede muerto. Por mí que le peguen un tiro y deje de sufrir.
Ya me revienta que se esté convirtiendo el Salón de Barcelona en una especie de salón americano, con actores de Star Wars, robots, zombies, merchandising peliculero y cualquier tema más o menos popular, donde la relación con el cómic es cada vez más tangencial.
Prefiero un salón más pequeño, más modesto, menos ambicioso, pero centrado en el cómic puro y duro.
¿Soy el único?