¡Comics! ¡Cine! ¡Rock! ¡Novela negra! ¡Series de televisión! ¡Lo que me salga de las narices!

viernes, julio 06, 2012

Muerte de un librero desconocido


La semana pasada murió Leo Sáiz.
Este nombre le sonará muy poco a la gran mayoría de los que pasan por aquí pero era alguien muy conocido entre una generación de aficionados mallorquines al cómic.
Leo fundó Totem, la primera librería especializada de cómics de Palma, a principios de los 80. Para muchos como yo, el primer local, en la calle Socorro, en plena Plaça de la Palla, puro casco antiguo bordeando el barrio chino, fue el primer contacto con una forma más intensa de vivir nuestra pasión más allá de los kioskos. Esa pequeña tienda, alargada, donde se amontonaban álbumes y revistas, fue la forma con la que pude completar colecciones de Cimoc, Cairo, Comix Internacional, El Víbora, donde pude comprar desde reediciones de material de Jesús Blasco, Eugenio Giner o Iranzo, hasta álbumes de Hugo Pratt, Richard Corben o Miguel Gallardo.
Con los años Totem pasó a un local más céntrico, dedicando el sótano a los cómics y el piso superior a librería generalista. Allí trabajó Vicente García una temporada y pudo obsevar lo bien que se vendía Kiss Comix, por lo que en cuanto se hizo editor tuvo claro que iba a hacer una revista de género erótico, lo que acabó siendo Eros. También estuvo por allí Biel Mercadal, fugaz colaborador de los primeros Dolmen. Leo también abrió otro local, Gnomo, luego El Globo. Era una  librería cercana a la casa de mi madre, por lo que era habitual que la visitara. Muy habitual, de hecho. Allí pude comprar novelas de Elmore Leonard, Stephen King, Charles Dickens junto a cómics de XIII o Blueberry... Fue en esa librería donde conocí a Bernardo, ahora empleado de Gotham, y que fue el que organizó en cuestión de días la primera quedada de aficionados que acabó generando en la creación de Dolmen. Aunque Leo no fuera consciente ni participara directamente, tuvo cierta responsabilidad en el nacimiento de Dolmen...
Con los años, el cómic tenía cada vez menos peso en las librerías de Leo, la verdad, pese a que a él le seguía interesando el tema, ya que fue el editor de algunos de los primeros números de Nosotros somos los muertos. Hace un tiempo cerró sus tiendas por temas de salud.
No puedo decir que tuviera mucha relación con él, pero sí que sentí mucho su muerte al enterarme por un correo de Pere Joan. La imagen de la tienda de la calle Socorro, con todas sus sensaciones, fue lo primero que me vino a la cabeza...
La semana que viene, un día aún por concretar, quedaremos delante del viejo local para tomar algo en alguno de los bares cercanos, antes de irnos a cenar y recordarlo. Qué menos.
Era uno de los nuestros.