El azar, y puede que el inminente salón del cómic, ha hecho que aparezcan prácticamente al mismo tiempo dos obras del prolífico Lewis Trondheim: Desocupado, editada por Astiberri, y El síndrome del prisionero, editada por sins entido. Son dos obras diferentes, realizadas con años de diferencia, pero que tienen puntos en común, siendo el más evidente que son obras autobiográficas donde Trondheim, y los que le rodean, aparecen caricaturizados, como es su costumbre, en forma de animal.
Desocupado viene a ser un pequeño análisis, con más preguntas que respuestas, sobre el impulso creativo, sobre la depresión que ha acechado a muchos autores, a por qué con los años la mayoría de autores se estancan y acaban produciendo obras peores, el declive, en otras palabras. Todo ello es planteado por Trondheim por su miedo a lo que le puede pasar y para ello habla con numerosos dibujantes que cuentan su visión del tema, y lo rellenan de numerosos cotilleos, alguno francamente jugoso... Por allí podemos ver a Bilal, a Sfar, a P'tiluc, a Tibet, a Gotlib, a Moebius, a un irónico Berberian, a un patético Fred, hablando de Franquin, de dibujantes desaparecidos, de los que se han acabado suicidando. Un apunte interesante y que me hubiera gustado ver desarrollado es el de la influencia de las mujeres de los autores en su carrera, visto cómo se comportan algunos autores en salones si van solos o acompañados...
Desocupado viene a ser un pequeño análisis, con más preguntas que respuestas, sobre el impulso creativo, sobre la depresión que ha acechado a muchos autores, a por qué con los años la mayoría de autores se estancan y acaban produciendo obras peores, el declive, en otras palabras. Todo ello es planteado por Trondheim por su miedo a lo que le puede pasar y para ello habla con numerosos dibujantes que cuentan su visión del tema, y lo rellenan de numerosos cotilleos, alguno francamente jugoso... Por allí podemos ver a Bilal, a Sfar, a P'tiluc, a Tibet, a Gotlib, a Moebius, a un irónico Berberian, a un patético Fred, hablando de Franquin, de dibujantes desaparecidos, de los que se han acabado suicidando. Un apunte interesante y que me hubiera gustado ver desarrollado es el de la influencia de las mujeres de los autores en su carrera, visto cómo se comportan algunos autores en salones si van solos o acompañados...
El síndrome del prisionero es la segunda entrega de Las pequeñeces de Lewis Troindheim, es decir, la recopilación de las páginas que realiza para colgar en su web a manera de blog (un blog de dibujos, qué horror de chiste). Son anécdotas de una página que relatan el día a día del autor, con especial atención a sus numerosos viajes, tanto a salones y ferias del cómic como los que hace por placer, y donde el autor gusta de presentarse como un hipocondriaco, neurótico y algo paranoico. A destacar que este tomo recopila el año que estuvo como presidente en el Salón de Angouleme, lo que revela algunas anécdotas curiosas como esa venganza a la directora del hotel. Técnicamente, son páginas realizadas con tinta y acuarelas y son una preciosidad desde el punto de vista gráfico.
Dos obras francamente interesantes y recomendables, en buenas ediciones con algún pero muy menor (sins entido usa una rotulación algo fría y rígida mientras que Astiberri usa una muy similar a la original de Trondheim, aunque se les cuela algún errata).
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