
Me ha llegado por fin el Diarios de Festival de Ángel de la Calle hará un par de horas. Y como lo esperaba con ganas (y no porque haga una breve aparición, como sabréis si leéis este blog habitualmente), lo he leído en cuanto ha caído en mis manos. Bueno, leído no, lo he devorado. Es cierto que el autor es un buen amigo y que muchos que aparecen también lo son o los conozco. Pero Modotti es de los mejores cómics que se han hecho en este país en mucho tiempo y por eso es por lo que quería ver con qué con salía Ángel ahora.
Este cómic es un experimento inspirado por trabajos similares de Sfar y Thondheim. Se trata de contar en forma de cómic un diario personal del autor, sin correcciones, directamente a tinta, sin bocetos.
La idea inicial era contar la preparación de la Semana Negra, el macrofestival cultural de Gijón, pero acabó incorporando también las jornadas de Avilés o los salones de A Coruña y Getxo, siempre desde su punto de vista personal.
Algunos criticarán que es demasiado abocetado, pero para mí el resultado es fresco. Es narrativamente suficiente para lo que se busca y mantiene la gracia del primer dibujo. Ángel se entretiene en conseguir parecidos de muchos de los que pasan por sus páginas, por su vida, en homenajear estilos y personajes, en recordar pintores y dibujantes.
El guión es un diario y por ello no tiene argumento. Son recopilaciones de momentos sueltos, de encuentros con amigos, compañeros, familiares, autores, miembros de la Administración, de conversaciones, de discusiones, de problemas logísticos, de lecturas... Sobre todo, a mí me consigue transmitir la sensación del muchísimo trabajo que conlleva la Semana Negra, del caos de esos días y al que se le dedica la mayoría del tomo.
Este bombardeo de información, de gente, se suaviza con el relato de las Jornadas de Avilés donde todo es mucho más sosegado, mucho más tranquilo. A partir de allí, el relato se vuelve meláncolico, monótono, más de sensaciones y sentimientos que de encuentros y donde nos habla del libro que lee en el café cada mañana mientras espera que su hijo salga del colegio o de sus charlas con su padre. Un breve final nos lleva al Salón de Getxo y a un reencuentro con Tina Modotti, una figura que le persigue...
¿Qué siento tras leer esta obra, que tengo tan reciente? El amor de Ángel por el cómic, por su hijo Sergio, por su padre, por sus amigos que empapan las páginas de este diario. Su sentido del humor a veces irónico,. a veces gamberro, me ha hecho sonreír en más de un momento. Me ha emocionado leerle frases tan lúcidas como En cuanto empiezan las hostilidades armadas, los gamberros inciviles de hoy pasan a ser las leyendas bélicas de mañana o sus discusiones sobre la validez del cómic frente a otras artes.
No es un cómic excesivamente comercial. Por ello la edición es de sólo 500 ejemplares y no se harán reediciones. Supongo que entre amigos, amantes de los experimentos e implicados se acabarán agotando. Eso espero, al menos.
Es un trabajo honesto, sincero, emocionante, emotivo a ratos, honrado, muy entretenido a momentos, algo caótico por algunos bruscos cambios de ritmo, un curioso divertimento tras los años de preparar la extensa Modotti.
Ahora a ver qué hará a continuación porque me huelo que volverá a otra obra larga...





La diferencia fundamental con el original de la primera serie que colgué no hace mucho es que está dibujado en forma de tiras separadas. Parece ser que se hacía para que la Fleetway no tuviera follones de aduanas (y sus gastos, especialmente). Blasco hacía las tiras, las mandaba y luego alguien en la editorial reconstruía la página. En la página de título la primera tira parece algo mayor ¡pero no lo es! Hay una tira extra más delgada en la parte superior y que recoge parte poco importante del dibujo y el resumen de lo acontecido. El logo es una fotocopia de una calidad brutal ya que no ha amarilleado y tiene un aspecto algo brillante y plastificado.
Si las imágenes no pueden ser ampliadas, por gentileza de Blogger, siempre podéis pinchar 









De Savage Sword me ha llegado otro ejemplo, una splash. Considero que en los primeros números de ese magazine, cuando Alfredo Alcala entintaba a John Buscema, se produjo algunas de las mejores páginas del personaje. Este ejemplo tiene bastante coña porque está entintado y acabado con carboncillo, un curioso experimento. Para mirarlo en grande, pinchad 

